Aplacando el ansia de perfección

Aunque hay cierta controversia sobre la veracidad de esta afirmación, se dice que los defectos en las alfombras persas (pequeñas asimetrías, o imperfecciones) se deben a acciones deliberadas por parte de su autor, como muestra de humildad, ya que solo Dios puede hacer cosas perfectas.

alfombra persa con imperfecciones: "permitirnos la imperfección nos ayuda a aceptarnos y tratarnos mejor, y por tanto, ser más felices"

Dejando a un lado si es o no cierto, podríamos tomar esta actitud como modelo para ayudarnos a luchar contra el perfeccionismo, una de las ideas que descubrimos cuando «rascamos» en la causas del estrés de muchas personas.
Cuando pretendemos hacer las cosas perfectas, a menudo entramos en un bucle de corrección y mejoramiento que resulta improductivo, ya que los pequeños cambios que podamos realizar una vez dado por bueno aquello que estemos haciendo, no mejoran significativamente nuestro trabajo, y sin embargo, reducen la productividad y sobretodo, producen ansiedad.

Permitirnos cometer algún error (razonable) en las cosas que hacemos en el día a día, colabora en cimentar una mayor aceptación de uno mismo, y en cubrir la simple necesidad de reconocer que somos humanos y por tanto, imperfectos.

Tolerar la incertidumbre

Algunas personas toleramos mal la incertidumbre, no nos gustan las sorpresas y nuestra medida de la tranquilidad está muy relacionada con nuestra sensación de control sobre el entorno.

¿Por qué genera desasosiego? Quizá porque no confiamos lo suficiente en nuestras posibilidades de adaptación al imprevisto o al cambio.

Para quien tiene seguridad en sí mismo, los imprevistos son como retos, posibilidades de mejora, u oportunidades, incluso son tomados como aquello que le da interés la vida, permitiendo salirse de la rutina.

Para quien no, imprevisto es sinónimo de desastre, de pérdida y de inquietud.

Sin embargo, la vida está llena de imprevistos y tenemos que aprender a aceptarla como llega. En realidad, es lo que da la sal a la vida. ¿Te imaginas una montaña rusa que no tuviera pendientes?

¿Qué necesitamos entonces para poder afrontar la vida sin miedo?

Necesitamos confiar. Confiar en nuestras capacidades para manejar los cambios, confiar en que lo inesperado no es necesariamente negativo, confiar en que las cosas pueden ir bien. Sustituir los pensamientos catastróficos y preocupantes con otros en los que nos permitamos vislumbrar un “final feliz”, un resultado deseado o una oportunidad.